sábado, 4 de junio de 2011

PSICOANÁLISIS

"Dentro de la naturaleza humana se halla el que nos inclinamos a considerar equivocado lo que nos causaría displacer aceptar como cierto." (Sigmund Freud)
El Psicoanálisis es, a la vez,  un conjunto de teorías psicológicas, un método de investigación y un método psicoterapéutico creados por Sigmund Freud.
Sigmund Freud (1856-1939) nació en Moravia. A los cuatro años se estableció en Viena con su familia. Allí pasó la mayor parte de su niñez y adolescencia. Estudió Biología y Medicina, especializándose en Neurología.
En 1885 viaja a París para completar sus estudios. Allí trabaja a las órdenes de un médico bastante innovador llamado Charcot.
Charcot pensaba que algunas enfermedades mentales no tenían una causa orgánica sino psicológica, y se mostraba interesado en la utilización de la hipnosis como método terapeútico.
Con Charcot, Freud se inicia en el estudio de la histeria y en la aplicación de la hipnosis como terapia. La influencia de Charcot será fundamental para estimularlo a separar lo psicológico de las ataduras de lo anatómico y la hipnosis será la puerta de entrada que lo llevará a la postulación del inconciente.
Freud observa, por citar un ejemplo, a una persona a la cual, en pleno trance hipnótico, se le ordena que lo primero que hará al salir del trance será buscar un paraguas y salir a la calle. Efectivamente, ni bien "despierta" esto es lo que hace la persona, toma un paraguas y se dispone a salir a la calle. Cuando se lo interroga por los motivos de tal acto, teniendo en cuenta que se trataba de un día de pleno sol, la persona, luego de titubear unos segundos, contesta que creía haber leído en el periódico el anuncio de posibles lluvias. Este tipo de experiencias llevan a Freud a postular la existencia de motivaciones que dirigen nuestros actos pese a ser desconocidas para nosotros.
El psicoanálisis se opone a identificar lo psíquico con lo conciente. Los procesos concientes constituyen apenas una fracción de la vida anímica total. Freud afirma que existe un pensamiento y una voluntad inconciente.
No es el estudio de la hipnosis el único campo que sostiene estas afirmaciones. Freud presta atención a otros fenómenos que nunca antes habían sido considerados dignos de ser estudiados científicamente. Comienza inspeccionando los actos fallidos y los sueños.

Los Actos Fallidos
En su escrito "Psicopatología de la vida cotidiana" analiza con su rigor característico los llamados actos fallidos; fundamentalmente las equivocaciones orales y los olvidos momentáneos.
Equivocaciones orales
Cuando una persona dice una palabra por otra,
Escribe una palabra por otra,
Lee en un texto impreso algo distinto de lo que en el mismo aparece,
Oye cosa diferente de lo que se dice.
Olvidos momentáneos
Lagunas mentales (olvido de nombres)
Pérdida de objetos
Olvido de propósitos (ej. Olvidar una cita)
Del estudio de los actos fallidos concluye que no son simples casualidades, sino actos psíquicos que tienen un sentido, y deben su génesis a la oposición de dos intenciones diferentes. El acto fallido representa el conflicto entre dos tendencias incompatibles.
El olvido, y por tanto, la no ejecución de un propósito, testimonia de una volición contraria opuesta al mismo.
Cuando alguien olvida acudir a una cita a la que prometió ir; el fundamento de tal olvido puede buscarse en:
Escasa simpatía hacia la persona de la cita o algún sentimiento encontrado hacia ella
Recuerdo penoso vinculado al lugar de la cita
Recuerdo desagradable vinculado a algún otro factor relacionado con la cita como podría ser el momento del día, el día (ej. Día de la madre), o un factor climático.
Freud describe y analiza en su obra una serie de ejemplos de actos fallidos de algunos de sus pacientes y otros de su propia vida, que por cuestiones de espacio no vamos a desarrollar aquí, pero recomiendo al lector el análisis de dichos ejemplos, muchos de los cuales Freud expone en sus "Conferencias de Introducción al Psicoanálisis".

Un punto importante respecto a los actos fallidos reside en su cotidianeidad. Todos podemos observarlos con facilidad en la vida cotidiana. Lo mismo puede decirse de los sueños. Y, en ambos fenómenos Freud encuentra la presencia en el hombre de tendencias susceptibles de actuar sin que él se de cuenta.
Los sueños
Es una osadía de Freud dedicarse, a nivel científico, a la interpretación de los sueños, ya que pocas cosas son menos objetivamente observables que un sueño.  
Una de sus obras más famosas se titula precisamente "La interpretación de los sueños". Interpretar significa hallar un sentido oculto. Para Freud los sueños, al igual que los actos fallidos, tienen un sentido.
Durante el dormir, el cuerpo duerme pero el psiquismo no. Aún en el estado de reposo, actúan sobre el psiquismo estímulos a los que el psiquismo tiene que reaccionar.
El sueño es la manera de reaccionar del psiquismo a las excitaciones perturbadoras que sobrevienen durante el estado de reposo.
Freud propone interpretar los sueños, interrogando al soñante. “¿Qué haríais vosotros ante una manifestación mía que juzgarais incomprensible? Sin duda me interrogaríais: Y entonces, ¿por qué no hemos de hacer lo mismo con el soñante? ¿Por qué no preguntarle a él mismo lo que su sueño significa?” (Freud - "Introducción al Psicoanálisis").
El sujeto generalmente refiere, en primera instancia, no saber nada acerca del sentido de su sueño. Pero Freud sospecha que el durmiente sabe, a pesar de todo, lo que significa su sueño, pero no sabiendo que lo sabe, cree ignorarlo.
Estas son las hipótesis freudianas sobre los sueños:
El sueño es un fenómeno psíquico que tiene un sentido.
Se realizan en nosotros hechos psíquicos que conocemos sin saberlo (hipótesis comprobada en el estudio de la hipnosis).
El sujeto del sueño posee un conocimiento del mismo, pero un conocimiento que le es, por el momento, inaccesible.
Freud intenta relacionar los resultados de su indagación sobre el olvido de nombres propios con el fenómeno de los sueños. Así como en el olvido de nombres propios reconocemos inmediatamente que los nombres evocados no son sino sustitutivos del nombre olvidado, por qué no indagar si en los sueños sucede algo similar.

Los elementos que se manifiestan en el sueño son sustitutivos de otros contenidos inconcientes.
Freud distingue entre contenido manifiesto y contenido latente del sueño. El contenido manifiesto es el relato del sueño tal como el sujeto lo comunica, mientras que el contenido latente es el sentido oculto al que Freud intenta arribar preguntándole al soñante en base a las siguientes pautas:
La labor de interpretación no debe preocuparse por lo absurdo que pueda parecer el contenido manifiesto.
La labor debe reducirse a despertar representaciones sustitutivas en derredor de cada elemento del sueño.
“Impondremos al sujeto, como regla inviolable, la de no rehusar la comunicación de ninguna idea, aunque la encuentre insignificante, absurda, ajena al sueño o desagradable de comunicar”.
Debe esperarse hasta que lo inconciente oculto surja espontaneamente a partir de las asociaciones del paciente.
A esta técnica se la denominó “asociación libre”.
La investigación de los sueños toma impulso a partir del análisis de los sueños infantiles. A diferencia de los sueños de los adultos, los sueños infantiles son breves, claros, coherentes y fácilmente inteligibles. Tienen un sentido inequívoco. En ellos coincide el contenido manifiesto con el latente (no hay deformación).
Tomemos el siguiente ejemplo:
Una niña de tres años había hecho durante el día su primer paseo por el lago, que le pareció corto y rompió en llanto cuando la hicieron desembarcar.  
A la noche sueña que navega por el lago, continuando el paseo interrumpido.
El sueño infantil es una reacción a un suceso del día anterior que deja tras de sí un deseo insatisfecho. Dice Freud: “El sueño trae consigo la realización directa y no velada de dicho deseo.”
El estímulo del sueño va a ser siempre un deseo.
El sentido del sueño es la realización de un deseo.

Así como en los actos fallidos se ve una transacción entre dos tendencias; algo similar ocurre en los sueños:

Las dos tendencias que chocan en el sueño son el deseo insatisfecho y el deseo de dormir.
El sueño sería el resultado de una transacción: sin dejar de dormir, satisfacemos un deseo. Al satisfacerlo, podemos seguir durmiendo. En los niños la cosa es cristalina. En los adultos, por su parte, los deseos que motivan el sueño suelen ser deseos no aceptables para la conciencia. Freud encuentra que esos deseos son generalmente deseos de tipo sexual. Estos deseos "incómodos" para la conciencia son reprimidos. No son eliminados sino desterrados a lo inconciente.
En el sueño interviene una instancia de censura que elimina ciertos elementos (lagunas del sueño) y sustituye ciertos elementos por otros (simbolismo del sueño). El sueño es, entonces, resultado de una elaboración psíquica, una formación de compromiso entre lo reprimido que intenta emerger y la censura que se lo impide. Lo mismo encontrará  Freud en la formación de síntomas.

Los síntomas
Ya desde su colaboración con Charcot, Freud se interesa por pacientes que presentan síntomas que no tienen ningún tipo de justificación orgánica. Por ejemplo, un sujeto que presenta una parálisis en una mano sin ningún tipo de daño anatómico. Los médicos lo revisaron, le hicieron todos los estudios y el hombre estaba perfecto, pero no podía mover la mano. En estos casos, Freud relaciona la formación del síntoma con un retorno de lo reprimido. Freud descubre que la inmovilidad de la mano guarda relación simbólica con el "haber tocado o deseado tocar algo que no permitido". Es decir, que el síntoma se desarrollaba en base a una significación que era desconocida para el sujeto; una significación inconciente.

Freud se vincula con Joseph Breuer, otro médico que estaba interesado en este tipo de casos. Breuer había tratado mediante hipnosis a una mujer joven (Anna O.) que presentaba un cuadro de histeria. En trance hipnótico, se la incitaba a expresarse verbalmente, obteniendo como resultado la comunicación de fantasías y deseos que en el estado de vigilia la mujer ignoraba.

Freud postula que la enfermedad psíquica debe su génesis a un conflicto entre fuerzas psíquicas que se oponen. El síntoma surge de ese choque de un impulso psíquico (Freud lo llamará pulsión) inaceptable para el sujeto que demanda satisfacción y otro agente psíquico también que se le opone. El síntoma surge como una formación de compromiso.
Existen en nuestro psiquismo impulsos que por entrar en conflicto con la moral tienen obstruido el acceso a la conciencia. Estos impulsos son reprimidos. Pero lo reprimido no pierde su energía y pugna por abrirse camino. En ciertos casos, el proceso de represión fracasa y no puede impedir el retorno de lo reprimido dando origen al síntoma que es una formación de compromiso porque conlleva la satisfacción del deseo reprimido pero no en forma directa, ya que la parte represora alcanza a "disfrazarlo".
En sus investigaciones sobre las neurosis Freud encuentra que las tendencias reprimidas que intentan hallar satisfacción son de índole sexual (lo mismo que le revelaban sus observaciones sobre los sueños).
Todo esto conduce a Freud al estudio de la sexualidad humana; tema que intenta abordar desde sus orígenes. Freud indaga y descubre la sexualidad infantil.

 La sexualidad Infantil
Máxime en aquella época, se consideraba a la sexualidad como un fenómeno, inexistente en la niñez, que emerge recién en la pubertad cuando los órganos genitales alcanzan su pleno desarrollo. Este es uno de los puntos que más se le cuestionan a Freud, el darle excesiva y perturbadora importancia a la sexualidad. Particularmente he comprobado que la mayoría de las personas que hace esta objeción hoy por hoy, lo hacen a partir de la ignorancia. Por ello, me parece importante aclarar que para Freud la sexualidad no se reduce a la genitalidad. Freud asocia lo sexual con el placer. Encuentra que no son los órganos genitales las únicas partes del cuerpo donde se puede hallar placer. Freud sostiene que existe una actividad sexual infantil, que es autoerótica, en cuanto encuentra satisfacción en su propio cuerpo.
La primer manifestación de una sexualidad infantil que Freud encuentra es el chupeteo. El chupeteo consiste en un contacto succionador rítmicamente repetido llevado a cabo con los labios. Tiene su origen el acto de la succión del pecho materno (el primer acto placentero de la vida). Los labios del niño quedan constituidos de este modo como zona erógena (cualidad que con modificaciones conservará en la adultez).
La actividad sexual (búsqueda del placer) se apoya primariamente en las funciones destinadas a la conservación de la vida (saciar el hambre) pero luego se separa y se hace independiente. El chupeteo surge entonces como un intento de repetir la sensación placentera acaecida durante la succión del pecho materno. A este momento del desarrollo de la sexualidad se lo llamará "etapa oral" dado que es la boca la parte del cuerpo que se constituye como zona erógena privilegiada.
Las zonas erógenas son  partes de la epidermis o de las mucosas en las cuales ciertos estímulos hacen surgir una sensación de placer de una determinada cualidad. Existen zonas erógenas predestinadas (partes del cuerpo que suelen tener de por sí una mayor sensibilidad como los labios, pezones, genitales), pero cualquier otra región de la epidermis o mucosas pude constituirse en zona erógena.
Freud encuentra que la sexualidad infantil pasa luego por otra etapa a la que se refiere como "etapa anal".
Los trastornos intestinales, frecuentes en la infancia, hacen que no falten nunca intensas excitaciones relativas a la zona anal. El niño no tarda en descubrir sensaciones placenteras relacionadas con la defecación.
 “Aquellos niños que utilizan la excitabilidad erógena de la zona anal, lo revelan por el hecho de retardar el acto de la excreción hasta que la acumulación de materias fecales produce violentas contracciones musculares y su paso por el esfínter una viva excitación de las mucosas.” (Freud - Introducción al Psicoanálisis)
Los niños no tardarán en descubrir las cualidades erógenas de los genitales. Dice Freud que los órganos genitales se hallan relacionados con la micción, de manera que no pueden faltarle estímulos. Es inevitable que la sensación de placer que puede emanar de esta parte del cuerpo se haga notar en los niños ya en su temprana infancia.
En los primeros años el niño ya ha encontrado muchas formas de obtener placer y las ejercita sin reparos, ya que los "diques anímicos" contra las extralimitaciones sexuales (el pudor, la repugnancia, la moral) no están desarrolladas aún. Cuando estas instancias se comienzan a desarrollar en el proceso de socialización, este brote precoz de la sexualidad cae bajo la represión, sospechando Freud que esto se relacione con la particular amnesia que los adultos tenemos sobre los primeros años de nuestra infancia.

 El complejo de Edipo
Freud toma el nombre de la tragedia griega de Sófocles "Edipo Rey", personaje mitológico que, sin saberlo, termina matando a su padre y casándose con su madre.
El complejo de Edipo es para Freud el fenómeno crucial de la sexualidad en la primera infancia. Tanto el niño como la niña tienen como primer objeto de amor a la madre. Para ambos, el padre es, al comienzo, un fastidioso rival.
Freud observa huellas del Edipo en la búsqueda, por parte de algunos hombres, de mujeres con características similares a la madre. La elección de objeto amoroso obedece a razones inconcientes que datan de la primera infancia.
El ocaso del complejo de Edipo se da por identificación del niño con los aspectos de autoridad de las figuras paternas (prohibición del incesto), y constituye para el prestigioso antropólogo Claude Levi-Strauss el pasaje de la naturaleza a la cultura.
A lo largo de su obra, Freud irá construyendo teorías acerca del funcionamiento del psiquismo.
Primera Tópica del Aparato Psíquico

En 1915, Freud propone la presencia de tres instancias psíquicas:
Sistema Conciente
Sistema Preconciente
Sistema Inconciente
 Sistema Conciente. Freud no se esfuerza demasiado por caracterizar la conciencia, dado que la adecua a lo que los filósofos y el mismísimo "saber popular" consideran al respecto. "Cuando se habla de conciencia, todo el mundo sabe inmediatamente, por experiencia, de qué se trata." La conciencia está asociada a la percepción y cumple una función selectiva, recibiendo y filtrando los estímulos provenientes tanto del mundo exterior como del interior. De toda la información que se ofrece a nuestra percepción, somos concientes momentáneamente de ciertos elementos y de otros no.
Sistema Preconciente. Es una instancia cuyos contenidos no están en la conciencia pero son susceptibles de acceder a ella. Por ejemplo, mientras escribo este texto alguien me interrumpe y me pregunta cuál es mi ópera favorita. Accederán a mi conciencia contenidos que hasta hace un momento no estaban en ella, aparecerán nombres de ópera, la representación de la música, de alguna puesta que haya visto y contestaré "La Flauta Mágica". Todo lo referente a esta ópera de Mozart no estaba en mi conciencia mientras estaba escribiendo sobre Psicoanálisis, pero ante la pregunta, está información pasa, sin problemas, a la conciencia.
Sistema Inconciente. Constituye el gran descubrimiento freudiano. El inconciente es un sistema psíquico cuyos contenidos no tienen acceso a la conciencia, al menos no fácilmente, porque han sido reprimidos y encuentran una resistencia cada vez que intentan acceder a la conciencia. Estos contenidos inconcientes son representantes de las pulsiones que tienen vedado el acceso al sistema preconciente – conciente.
Lo que intenta el psicoanálisis es hacer conciente lo inconciente a partir de la palabra mediante el ya descripto método de "asociación libre" y la interpretación.
Se utiliza el término "tópica" para indicar que estos sistemas son "lugares virtuales", es decir, producto de una conceptualización espacial que carece de cualquier tipo de vinculación anatómica. El inconciente no está ubicado en ninguna parte de nuestra fisiología; es un espacio virtual.

 Segunda Tópica Freudiana
En 1923, en su obra "El Yo y el Ello", Freud expone su segunda hipótesis estrctural acerca del psiquismo, en la cual presenta también tres instancias:

El Ello
El Súper-Yo
El Yo
 El Ello. Constituye el polo pulsional de la personalidad. Contiene las pulsiones inconcientes, en parte innatas y en parte reprimidas. El Ello es totalmente inconciente.
El Súper-Yo. Se forma por la interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales. Su tarea es comparable a la de un juez respecto al yo. Son funciones del Súper-Yo la conciencia moral, la autobservación y la formación de ideales. El Súper-Yo es el asiento de los valores, la discriminación entre lo que está bien y lo que está mal. Es, por ende, una instancia netamente cultural y tiene "partes" concientes, preconcientes e inconcientes.
El Yo. El núcleo del Yo se asocia al sistema percepción-conciencia, pero no se limita a eso, dado que Freud adjudica al Yo la tarea defensiva de la represión; y la represión es inconciente.
Tal como señalan Laplanche y Pontalis en su "Diccionario de Psicoanálisis", el Yo "se encuentra en una relación de dependencia, tanto respecto a las reinvindicaciones del Ello como a los imperativos del Súper-Yo y a las exigencias de la realidad". Si bien es una instancia que se exhibe como mediadora y como representante de los intereses de la totalidad de la persona, Freud puntualiza que la autonomía del Yo es ficticia.
Los desarrollos freudianos son harto complejos y extensos. El presente trabajo procura realizar apenas una presentación introductoria del Psicoanálisis, un esbozo de sus inicios. Seguir profundizando a partir de aquí queda, entonces, librado al interés del lector.

 Lic. Alejandro Quiroga

No hay comentarios:

Publicar un comentario